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miércoles, 27 de febrero de 2013

NO PUDE ESPERARTE, SALÍ A TU ENCUENTRO



Una vez un hombre muy afortunado había conseguido la mejor entrevista de su vida: Iba a entrevistar ni más ni menos que a Dios. 

Esa tarde el hombre llegó a su casa dos horas antes, se arregló con sus mejores ropas, lavó su automóvil e inmediatamente salió de su hogar. Manejó por la avenida principal rumbo a su cita, pero en el trayecto cayó un chubasco que 
produjo un embotellamiento de transito y quedó parado. El tiempo transcurría, eran las 7:30 y la cita era a las 8:00 p.m.

Repentinamente le tocaron el cristal de la ventanilla y al voltear vio a un chiquillo de unos nueve años ofreciéndole su cajita llena de chicles (goma de mascar). El hombre sacó algún dinero de su bolsillo y cuando lo iba a entregar al niño ya no lo encontró. Miró hacia el suelo y ahí estaba, en medio de un ataque de epilepsia. 
El hombre abrió la portezuela e introdujo al niño como pudo al automóvil. 

Inmediatamente buscó como salir del embotellamiento y lo logró, dirigiéndose al 
hospital de la Cruz Roja más cercana. Ahí entregó al niño, y después de pedir que lo atendiesen de la mejor forma posible, se disculpó con el doctor y salió corriendo para tratar de llegar a su cita con Dios. 

Sin embargo, el hombre llegó 10 minutos tarde y Dios ya no estaba. El hombre se ofendió y le reclamó al cielo: "Dios mío, pero tú te diste cuenta, no llegué a tiempo por el niño, no me pudiste esperar. ¿Qué significan 10 minutos para un ser eterno como tú?" 

Desconsolado se quedó sentado en su automóvil; de pronto lo deslumbró una luz y vio en ella la carita del niño a quien auxilió. Vestía la misma ropa deshilachada, pero ahora tenía el rostro iluminado de bondad. 
El hombre, entonces, escuchó en su interior una voz: 

Hijo mío, no te pude esperar... y salí a tu encuentro.


CONCLUSIÓN:

Dios  tiene el poder de sanar nuestras heridas, el esta constantemente con nosotros; búscalo…el te ayudara a refugiarte en la paz que hoy en día nos hace tanta falta...